No siempre queremos decir lo que hacemos, como no siempre queremos hacer lo que decimos. Siempre nos quedamos con un as en la manga, vaya que venga alguien de repente y sin darnos cuenta nos pille distraído y nos tachen de mentirosos.
Al final todo se sabe, pero por lo menos se intentó, porque no hace falta que la gente sepa más de la cuenta. Pero digo yo, que el que no dice toda la verdad y lo califican de mentiroso preguntaría yo, hasta qué punto es justo no decir la verdad para no herir a terceras personas, no lo sé, no se sabe, pero lo cierto es que algunas veces es conveniente por un bien común el decir mentiras.
Todo lo que estoy diciendo se trata de mentiras piadosas, consistentes en no decir lo que en verdad haremos, que lo podíamos encabezar en el apartado primero, que hace mención a lo que no decimos de lo que hacemos. Pero si nos referimos a decir lo que no hacemos, entonces la cosa cambia, ya que ahora lo que estamos diciendo no es una mentira, sino un mal entendido, al comparar el hacer lo que queremos con el decir lo que hacemos y si desglosamos todo lo que queremos decir y hacer y lo que sabemos y somos, entonces se nos agolpan las ideas, se nos sube la sangre a la cabeza y empezamos a decir tonterías, balbuceamos lo que no esté escrito y al final nos tenemos que ir de prisa y corriendo al centro psiquiátrico de San José.
