Las elecciones a las que miran los munícipes de todo el país que se enfrentan a otros comicios en dos meses, las andaluzas de ayer, dejaron claro el mensaje: el bipartidismo pierde fuelle y ahora el cambio -abanderado por el PP hace tres años- parece que la ciudadanía lo atribuye a otras fuerzas minoritarias. Los resultados, vaticinados por las encuestas, vinieron a devolver al PSOE la mayoría perdida por el efecto Zapatero hace tres años en Andalucía. Pero el cambio de ciclo iniciado en Grecia, donde partidos creados por los ciudadanos indignados por la crisis han logrado el Gobierno nacional, irrumpe con fuerza. La principal víctima andaluza ha sido IU que parece no haber sabido polarizar esa indignación y ese voto de la izquierda al que apela en su nombre. No se puede extrapolar alegremente lo que pasó ayer a lo que pasará en mayo, las elecciones municipales tienen matices muy diferentes y el candidato juega un papel importante. Por tanto, no cabe duda, de que lo que pase en los próximos meses será determinante para comprobar cómo influye este cambio de tendencia electoral.
